Sabe señorita, usted y yo
podríamos ser inmensamente felices y ambos sabemos que es lo que deberíamos
hacer, sin embargo ni usted ni yo lo hacemos, por una sencilla razón, el humano
no puede caer en la perfección, lo que significa que por desgracia no podré ser
complementado por sus exquisitas virtudes, no podré bañarme de la gloria que
para mí representaría el hecho de caminar al atardecer tomado únicamente de su
suave mano, no tendré la dicha de mirarle a los ojos cuando me sienta afligido
ni de cubrirme con tus brazos cuando muera de frío, pero a pesar de tantos
pesares te diré el lado bueno de tantos males, podré escribirte cada que me
sienta feliz o incluso triste, contaré contigo para darme la inspiración que
necesito, y no me digas que siendo
miserable no podré escribirte lo mejor y más dulce, pues recuerda que el
sufrimiento es necesario para el escritor tanto o más que el mismo amor, en
esta triste y precaria situación, tengo de ambos la misma ración, tanto dolor y
tanto sufrimiento se desencadenan de un bello y puro sentimiento. No quiero
conmover con mis palabras, simplemente quiero hacerlas tuyas, todas y cada una
de ellas, desde que digo "buenos días" hasta que digo "buenas
noches" incluyendo claro todas las palabras que están en medio, cada suspiro
y cada aliento quiero hacerlos tuyos, quiero hacerme del viento y de esta
manera poder hablarte al oído todo el tiempo, despeinar con amor tus hermoso
cabello, contemplarte desde el cielo y suavemente susurrarte un "te
quiero". Quiero darte mucho más que sólo palabras, pero me es más que
imposible, puesto que tu voz en mi mundo es ley y la ley dice que por más que
lo desee no seré contigo, quise volar tan alto y como el buen Ícaro, me acerque
demasiado al sol, mis alas cayeron, con
ellas mi cuerpo y con el mi espíritu, cada parte cayo sin miedo, esperando que
las rescataras a medio vuelo y sin embargo caí.
Mujer, vuela, vuela y se feliz,
lo mereces, no me has hecho daño, ni a mí, ni a ningún otro ser viviente,
señorita usted ha venido a esta tierra a hacer feliz a quien tiene el honor de
conocerle, esas horas, esos días, incluso cada segundo, deja en las personas
una semilla que con el paso del tiempo crece se convierte en planta y
posteriormente florece, florece como el amor en mayo. Le apuesto que cada
persona que ha conocido le ama de una o de otra manera, así como yo una vez le
prometí no decirle que le amo, lo sostengo, lo siento claro, pero no lo diré,
no diré que… te amo, no lo diré.