Hoy te hablo desde el vacío de mi
alma, desde la tristeza de mi cuerpo, desde
la soledad de mis huesos. Desde mis penas te hablo, de mis pesadillas y
de mis miedos te hablo.
La ansiedad domina mis huesos, me
cala hasta lo más profundo y desde un lugar donde no puedo defenderme me hace
temblar. El miedo a no estar cerca de ti me conquista y se convierte en pánico.
Confío en ti más que en mí mismo,
y creo ahí es donde entro en conflicto.
Quisiera ser de ti tu guarda
espaldas y protegerte de todo, tu almohada y que te apoyes en mi durante las
noches. Quisiera ser también tu abrigo de piel que te cubra del frío y un faro
que alumbre tu camino.
Pero la distancia nos aleja. Aunque
mi corazón está cerca del tuyo, no puedo sentir tu abrazo, ni tu beso ni algún apapacho.
No puedo mirar tu carita y decirte que te amo. Me siento impotente, me siento
tonto y hasta me siento débil. Tú eres ya mi fuerza, mi inteligencia, te has convertido
en una parte esencial de mi existencia. Juro y prometo que antes de ti no había
experimentado tal mezcla de sentimientos.
Me alegra mucho que formes parte
de mi vida.