Cuando pienso en ti, el aire huele a
ponche, el frío se disipa, la lluvia ya no moja y pequeñas estrellas titilan en
la obscuridad.
Cuando pienso en ti, el miedo ya no
tiene sentido y el mayor valor se encuentra en encontrarte a ti. Cuando te pienso,
las aves cantan y los rayos del sol me dan su calor, aun en la más negra noche.
A pesar de lo hermoso que es pensar en ti, de tanto pensarte me pongo triste un
poco, pues al pensarte es evidente que no estás conmigo.
Últimamente pienso mucho en ti.
Pienso en tu aroma y la textura de
tu piel. Pienso en la armonía de tu voz, en la luz de tus ojos, en el brillo de
tu rostro, y en la alegría que me das cuando estás a mi lado.
Pienso en tu compañía y cierto es
que fantaseo de vez en vez con un futuro. Pienso en ti y en la magia que traes
contigo, y al pensar en ti, no puedo dejar de sentirme agradecido contigo por
devolver la vida a mi existencia.
Y le pido a la naturaleza que
te brinde ayuda.
La luna te repite las
canciones que le canto cada noche mientras las estrellas le hacen coro, el
viento te lleva los suspiros que acumulo a lo largo del día, el sol mediante
sus rayos, te da las caricias que siempre he deseado darte yo. Los arboles te
cuidan, y las flores acompañan en tu camino.
La naturaleza es mi aliada en
esta guerra perdida.
Trajiste el color de vuelta, los
aromas, las texturas. Regresaste a la existencia de este hombre el amor por la
vida, y entonces descubrí que no hay que amar a la mujer de la que uno se
siente atraído, sino, amar a la mujer que nos abre los ojos, amar a esa mujer
que nos da el amor hacia la vida misma y nos hace recordar que la hermosura
está en todas las cosas. Quiero estar contigo y descubrir todo lo que me hace
falta descubrir, quiero que sin querer, sigas abriéndome los ojos y recordar
por siempre tus enseñanzas. Quiero estar contigo, para amarte, para amarme,
para amarnos, y para amar juntos a la vida.
¿Quieres amar a la vida conmigo?